Me gusta conocer y explorar la historia de nuestras narrativas. Explorar y entender de dónde vienen las palabras que hoy en día suenan tan comunes y tan corrientes. Y en ese sentido, me puse a investigar sobre dos palabras: Academia, y, pues, Musas.
Y, como lo había especulado, ambas nacen en la antigua Grecia, la cual es nuestra madre de la civilización occidental. Digo madre y no padre, porque fue en Grecia que nacieron las artes, la filosofía, la primera versión de la democracia, la cultura, el culto a los dioses y al fuego, y también los rituales y festivales que honraban a la Luna y a la Madre.
Roma, por su lado, llegó luego y diría que representa el padre de nuestra civilización occidental. Llegó con sus ejércitos, sistema de gobierno jerárquico, sus carreteras, la planeación de sus ciudades y territorios, la victoria de la mente y de la construcción sobre la naturaleza.
Por eso rescato y busco en la historia, ese origen de lo femenino que llevamos en nuestro ADN, rescatando como arqueóloga los arquetipos originales de donde venimos. Y he encontrado cosas increíbles.
Primero, que el nombre Academia viene del griego, y se refiere al jardín de un hacendado llamado Academus, quien lo ofreció a la comunidad para que Platón pudiera sentarse ahí a impartir su conocimiento, al aire libre, con sus aprendices. Entonces, reflexiono que este nombre de Academia realmente es un jardín de conocimiento, un espacio verde y vibrante, colectivo, donde los estudiantes y el(la) profesor(a) se sientan en círculo, a compartir y a aprender juntos. Me gusta este nombre, Academia.
Lo segundo que encontré, y que pude corroborar personalmente en un viaje reciente a Grecia, fue la presencia y el poder de las Musas. Este nombre siempre me había cautivado, y cuando me llegó el momento de gestar este proyecto de vida, este emprendimiento con propósito, el nombre me cayó en una intuición, como un relámpago, a mi cabeza. Y desde entonces, conecto con la energía de las Musas y su esencia femenina, su belleza, su arte y su intuición; su sabiduría femenina.
Y eran 9 – otra sincronía que veo, porque el número 9, pues, me encanta. Porque es el número sagrado de los indígenas de la Sierra, representa las dimensiones del Universo. Son 9 las dimensiones de un tótem, símbolo ancestral de algunos pueblos indígenas de conexión con seres vivientes y no vivientes. Son 9 las canciones que escogí para mi álbum TOTEM.
Y, en el Tarot el Ermitaño, Arcano número 9, “representa la sabiduría y el sentido de lo esencial. Es la apertura del camino hacia otros espacios del pensamiento, más universal, traspasando las fronteras, llevando el pensamiento a un lugar místico y espiritual” (www.numero-aleatorio.com).
¡Y este, es precisamente el propósito de nuestra Academia!
Las Musas, desde la mitología griega, eran las deidades femeninas que inspiraban a filósofos, poetas, amantes, músicos, bailarines, e incluso las ciencias. Los grandes escritores y poetas atribuían sus inspiraciones a ellas, e incluso les hacían templos en sus casas, y mandaban a hacer estatuas para conmemorarlas y llamar sus presencias a sus espacios. Todas nacieron de Zeus y de Mnemósine (cuyo nombre significa memoria), luego de nueve noches de amor consecutivas… ¡tremenda faena!
Cada una llevaba un tipo de arte y tenía una personalidad única, y estas eran (tomé lo siguiente liberalmente de un muy bien documentado blog en www.lifeder.com y chequeado contra la enciclopedia Británica, pero no me considero experta):
Las 9 musas de la creatividad
Calíope: La mayor de las nueve, representa la elocuencia y la poesía épica. Tiene una voz hermosa, y protege e inspira los trabajos poéticos, los artes retóricos, la música y la escritura. Su símbolo es una corona de laureles, una tabla para escribir, un libro o una trompeta. Acompaña a reyes y príncipes a ayudar a imponer justicia y serenidad.
Clío: Es la musa de la historia y de la guitarra, los actos heróicos, y las famosas tragedias, comedias y sátiras griegas, así como narrativas de leyendas de héroes y heroínas. Ayuda a documentar la historia y es representada con un rollo de pergamino.
Euterpe: La musa de la música, poesía lírica, canciones y melancolía poética. Lleva una flauta, o un arpa, e inspira a los músicos y poetas. Su nombre significa “la que deleita”.
Erato: La musa del amor, el erotismo, y la poesía amorosa. De su nombre, que significa deseada, y su relación con Eros, el dios griego del amor y la pasión, nace la palabra erotismo. Es representada por la lira, una viola y un cisne, y también por una flecha.
Melpómene: Su nombre significa “cantante” y lleva un cuchillo en una mano, una máscara de tragedia en la otra. Representa la tragedia y el teatro trágico.
Polimnia: Musa de la retórica, la música sagrada, la intuición y el silencio, por esto es representada con un dedo sobre la boca. Conectada con su sabiduría interior, inspira a los meditadores y los que buscan servir a la sociedad.
Terpsícore: Musa que deleita con su danza. Sale con un instrumento musical en la mano, atribuida como la madre de las sirenas. En la antigua Grecia el baile era muy importante y evidencia de cultura, y se practicaba en círculos o de mujeres o de hombres.
Talía: Musa del arte, la comedia y la poesía bucólica, o pastoral. Concede alegría y felicidad a las personas, es divertida y alegre.
Urania: Musa de los astrólogos, la astronomía, las ciencias y la poesía didáctica. Se ve con un compás o una esfera en la mano y una espiga en la otra, vestida con un mano de estrellas. Asociada con el aspecto místico, interpretaciones de las estrellas y predecir el futuro.
Al conectar con la esencia de Musas, me llega esto: hay muchas fuerzas y energías que te inspiran, y que te enriquecen la vida con su creatividad.
El arte viene de muchas formas, hay que abrir el corazón a la magia – y a la musa – de la creatividad. Te invito a conectar con tu Musa interior, tu energía arquetípicamente femenina que inspira y crea, con mi libro, Hablando con Dragones, acá.
Un abrazo de Musa,
Alejandra Torres.