Muchas veces sentimos que las grandes ideas y las importantes obras de creatividad nacen solas, de grandes y prodigiosas mentes. E idealizamos a ciertos personajes porque creemos que son cerebros y almas solitarias, que actúan de manera aislada e individual. Pensamos que la creatividad es un acto casi heroico e irrepetible.
Este pensamiento nos aleja de la magia de crear y validar las creaciones de cada una porque nos hace pensar que no tenemos las capacidades ni la brillantez para expresarnos, ni para crear algo de valor.
Este pensamiento es falso, porque en realidad como dice una cita famosa en latín, no hay nada nuevo debajo del cielo. Y hay otro pensamiento que me llega, y es que estamos paradas en hombros de gigantes.
Ven y te cuento una historia…
Hace un año y 9 meses, murió mi padre: arquitecto, empresario, apasionado por el arte, la música y los libros. Este hermoso ser duró toda su vida coleccionando obras de artistas colombianos. Lo hacía silenciosamente y gradualmente, solo por el puro placer y gozo de conectar con estas expresiones de arte y de memoria, de valorar el arte colombiano, y de actuar como custodio de un pedazo de la historia de nuestro país.
A lo largo de los años, cultivó una mirada auténtica. De forma silenciosa, gradual y sin pretensiones, fue coleccionando expresiones de causas sociales y políticas, las cicatrices de la violencia y el amor en el cuerpo real, colectivo e imaginario, y la belleza de nuestra naturaleza.
Como hermanos, cuando íbamos a decidir que hacer con la colección, vimos que eran más de 100 obras. Y que tenían una historia que contar. Y que esas obras eran más grandes que nosotros y nuestros pequeños intereses individuales, y que ellas debían permanecer juntas y al servicio de algo más grande. Entonces decidimos crear un proyecto con propósito, que honrara este legado y lo ofreciera a la sociedad, en este momento histórico en el que nos encontramos en un cruce de caminos, entre la paz y la violencia.
Decidimos crear Fundación Casa LET, un espacio dedicado a promover la transformación social por medio del arte. Es un espacio generado por las obras mismas, y la extensa biblioteca que también coleccionó mi papá, y que cuenta con una sede ubicada en la Calle 67 con 7ª. Casa LET.
Sede que esperamos poder remodelar y llenar de espacio para las diversas manifestaciones del arte, la cultura, y el aprendizaje. LET porque así llamábamos a mi papá, Luis Eduardo Torres. Y también, por lo que invita esa palabra en inglés: a permitir, a soltar, a fluir.
Y hace poco leí algo que escribió en 1970, que decía:
“Para empezar comencemos diciendo que la Arquitectura es creación. Y por lo que es creación, Arquitectura es Arte”.
Esa cita me trajo lágrimas a los ojos, porque vi que muchas de sus búsquedas, eran hoy las mías. Y que estaba parada en los hombros de un gigante, así como él también sobre hombros de mujeres y hombres que habían antecedido sus búsquedas y dado leña para su fuego.
Cuando veo a mi madre, también honro que es toda una diosa creadora y creativa. Desde su capacidad de cruzar un océano y una cultura para venir a vivir en Colombia, su amor por la literatura, la música y la libertad, desarrolló una vida auténtica.
Su batería y su expresión del jazz y la improvisación en vivo, que en sí solo ya es todo un arte, su conocimiento y sabiduría que siempre compartió conmigo, y su pasión por la enseñanza y el aprendizaje.
Me enseñó a escribir (literal porque fue mi profesora de inglés y literatura en el colegio), a buscar la igualdad de las mujeres y nuestro empoderamiento. Ella recibió su amor hacia la música y la literatura de parte de su padre y su abuelo materno, y así sucesivamente en una cadena sin fin, de ancestros. Y sus búsquedas y sus expresiones se convirtieron también en las mías.
Cuando empecé a cantar en una banda de rock, me sentía muy única y rebelde. Y me tomó tiempo darme cuenta que yo retomaba desde la música esa vena creativa y de expresión que me legó mi madre. Estaba continuando un legado, no siendo la única e irrepetible rebelde.
Como creadora de estos dos proyectos, el de Musas y el de Fundación casa LET, reconozco y honro que estoy parada en estos grandes hombros.
Cuando vemos las ideas y la creatividad alrededor nuestro, muchas veces las vemos como nuevas, únicas e irrepetibles. Y no entendemos que en realidad, nada en el universo, es nuevo. Y que todo ha sido dicho y creado.
Entonces, ¿por qué creamos? O mejor, ¿para qué creamos y nos expresamos desde nuestra creatividad? Pues… porque nadie en el universo ha sido creado exactamente igual que tú. Porque tú eres la que es única e irrepetible. Si bien las ideas y los conceptos han sido ya creados, tú como canal de esas ideas y manifestaciones, eres lo único y nuevo.
Y eres un instante de respiro del Universo.
Y puedes pensar que ya se ha dicho lo que quieres decir, o que ya alguien más es mas experto que tú, o que tu idea no es novedosa.
Entonces te pregunto, ¿cuál es ese mensaje único y esa creación que viniste a crear y a expresar a este mundo?