Para cultivar y estimular mi creatividad, debo liberar mi mente. Y el primer paso para liberar a mi mente, es liberarla de mí misma. ¿Cómo así? Pues sí, de mis pensamientos y de mis creencias que me mantienen atrapada en un loop mental que no me deja ver más allá.
Mi propia mente ruidosa, crítica y analítica es el principal obstáculo para poder conectar con la creatividad, la cual llega como un súbito chorro de aire casi imperceptible. Hay que estar muy alerta, y en un estado de receptividad, para poder comulgar con la creatividad.
Mi propia mente ruidosa, crítica y analítica es el principal obstáculo para poder conectar con la creatividad, la cual llega como un súbito chorro de aire casi imperceptible. Hay que estar muy alerta, y en un estado de receptividad, para poder comulgar con la creatividad.
Entonces, para cultivar mi creatividad es esencial cultivar mi silencio, y un estado de quietud interior que se convierte en la verdadera libertad que todos claman y desean. ¿Cómo lo hago?
Suelto mi ruido. Mis conversaciones, el runruneo incesante de mi mente. Respiro, y suelto. Soplo de manera imaginaria a las nubes de pensamientos, preocupaciones y ruidos que me rodean, y las dejo alejarse un poco. Con cada respiración, creo espacio en mí. Y así, puedo alargar poco a poco, ese estado de silencio y de quietud interior tan esenciales para liberar mi mente.
Cuando logro alejarme un poco de este ruido, lo veo tan banal, tan ruidoso…tan innecesario, como la cháchara que se oye de un televisor que dejan prendido y olvidado en algún lugar. Cuando puedo observar mis pensamientos de esa manera, puedo soltarlos, y generar una sana y tranquila distancia de ellos.
Ellos, mis pensamientos, como cualquier televisor o teléfono, claman mi atención, vuelven a irrumpir en el espacio silencioso y en la quietud que ahora he podido crear.
Apenas me siento soberana y tranquila, como un lago transparente y quieto, irrumpen como si estuvieran echando piedras en el agua. Y por un momento, debido a mi costumbre de siempre prestarles mi atención y desviar mis pensamientos hacia la percibida urgencia de este ruido mental, los entretengo. Pero luego me doy cuenta, he vuelto a dejarlos irrumpir en mi espacio. Y como con un niño pequeño, con una sonrisa vuelvo a respirar profundo, y vuelvo a sentir el espacio y el silencio. Y a volver a soltarlos.
Apenas me siento soberana y tranquila, como un lago transparente y quieto, irrumpen como si estuvieran echando piedras en el agua. Y por un momento, debido a mi costumbre de siempre prestarles mi atención y desviar mis pensamientos hacia la percibida urgencia de este ruido mental, los entretengo. Pero luego me doy cuenta, he vuelto a dejarlos irrumpir en mi espacio. Y como con un niño pequeño, con una sonrisa vuelvo a respirar profundo, y vuelvo a sentir el espacio y el silencio. Y a volver a soltarlos.
Se siente delicioso el silencio. La quietud llega hasta mi corazón, la claridad en mi mente se expande, hasta el tiempo se vuelve más lento y liviano. En este estado, me vuelvo menos reactiva, más presente, más conectada con mi propósito y mi centro, y más creativa. Fluyo más y logro conectar mis deseos desde un lugar más centrado y poderoso. Afino mi brújula y así aclaro lo que realmente deseo. Así, conectada con mi quietud interior, creo más alineada con mi verdadera Esencia.
Cultivar el silencio es una práctica para toda la vida. El silencio se puede cultivar en medio de una calle ruidosa y llena de tráfico, o en medio de una discusión acalorada. El silencio y la paz interior están allí debajo de la superficie tormentosa de nuestra mente. La claridad está en nosotros independientemente de lo que haya alla \»afuera\».
Hoy en día, con las distracciones de las redes sociales y de tener siempre que estar en modo \»producción\» (porque todo el mundo ahora te mira) es cada vez es más difícil regresar a ese estado de calma y claridad mental. Cada vez hay más ruido, más distracciones, más percibidas necesidades.
Qué simple y sencillo es alejarnos de ese ruido y cultivar nuestro silencio. Desde ahí, no tenemos que ir a ningún lugar, ningún templo, ni espacio afuera, es sólo volver a nuestro templo interior, que es más silencioso y profundo que cualquier espacio externo.
Y, al liberarnos del ruido de nuestra mente, podemos conectar con una verdadera libertad. Nos transformamos, nos nacen alas para poder crear más conscientemente y más gozosamente, nuestras vidas en propósito. En mi libro Hablando con Dragones, te doy herramientas y prácticas para estimular y abrazar tu expresión creativa, y así, potenciar tu capacidad de crear tu realidad. Te invito a obtenerlo acá, dentro de mi Paquete de Poder, Impacto y Propósito.
Imagínate el mundo que podríamos crear si todos cultiváramos el silencio.
Un abrazo de Musa,
Alejandra