La travesía comienza cuando en algún momento de nuestra infancia y desarrollo nos tenemos que, necesariamente, separar de nuestras madres y los mundos internos femeninos del hogar y la cocina. Y aprendemos a transitar en el mundo del “allá afuera” en búsqueda de nuestra identidad. En ese camino, las mujeres desarrollamos habilidades masculinas y nos vestimos con espadas y con armaduras para salir a combatir.
Porque no sabemos cómo más hacer. Nuestras historias y narrativas están basadas en los héroes y sus luchas. Y sin darnos cuenta, nos mimetizamos con ellos. Usamos las mismas herramientas y nos medimos igual que ellos.
Nos enfrentamos a un mítico Camino de Pruebas, enfrentándonos al mismo tiempo a los mitos de: nuestra Propia Inferioridad, de la Dependencia a la validación externa y a la mirada de lo masculino, y al Mito del Amor Romántico, de que seremos “rescatadas” por el Príncipe Azul que nos llegará un día a dar sentido y propósito a nuestras vidas. Y en esa búsqueda, luchamos por obtenerlo todo: el Éxito, representado en carreras, diplomas, cargos y relaciones. (Fuente: Maureen Murdoch).
En una cultura que glorifica lo masculino y sus frutos, la mujer y la madre tienden a ser derogadas a un segundo plano, por no ser consideradas “fuertes” ni capaces de ser exitosas en el mundo. Las niñas que buscan desarrollar una imagen diferente a la de su familia y competir en la sociedad, no tienen más alternativa que rechazar el arquetipo de la Madre y todo lo que representa e identificarse con su Padre. Esta separación genera un conflicto interior, ansiedad, y pérdida porque la mujer tiene que renunciar a partes de sí misma para poder competir y ser vista por la sociedad.
Paralelamente, las mujeres recibimos mensajes constantes, explícitos e implícitos, sobre la inferioridad de nuestro género. Por lo tanto, alejarse de lo femenino implica una doble separación, de nuestras propias madres y de nuestro género para poder competir. Para ser aceptadas, las mujeres terminamos silenciando aspectos desvalorizados de nosotras mismas, y abandonando nuestra autenticidad y expresión natural para conformar y ser aceptadas.
Algunas mujeres nos sentimos tan identificadas en este modelo, y somos tan buenas en jugar el juego de acuerdo con esas reglas que no fueron escritas por nosotras, que nos convertimos en Hijas de nuestros Padres. Nos convertimos inconscientemente en Aliadas del modelo, identificando con e idealizando lo masculino y viendo las opiniones y los valores del mundo femenino como secundarias. Como el Mito de Atenea, quien nació de la cabeza de Zeus y siempre se creyó hija de su papá, nosotras mismas como mujeres negamos y devaluamos nuestra conexión con lo femenino. Y privilegiamos el desarrollo de nuestros aspectos tradicionalmente asociados con lo masculino: nuestro intelecto, nuestros objetivos, logros y éxitos, y el privilegiar el Hacer sobre el Ser.
Y, ¿qué es lo “femenino”? Es el Ser. Es nuestra sensual y presente conexión con, y honor a, nuestro cuerpo. El famoso “embodiment” como término en inglés que significa la plena presencia, no desde la mente sino en la fusión de la mente y cuerpo. Nuestro liderazgo es más “embodied”, más en el cuerpo, en conexión con nuestra intuición, con nuestro fuego de la creatividad y nuestra capacidad de gestar, crear vida y emprendimientos. De sembrar semillas y legados de amor. También es nuestra manera de generar inclusión y respeto, y nuestra forma de tejer redes colaborativas. También es la oportunidad de trabajar y emprender integrando la emocionalidad sana en torno a valores y propósito, y no negar las emociones ni pretender que no existen.
Por esto, incluso la consultora global Mc Kinsey en sus estudios de Women Matter, han empezado a hablar de Liderazgo Femenino como necesario en las organizaciones y los emprendimientos; porque complementa el enfoque actual y genera culturas más resilientes y propensas a la transformación entorno a un propósito. Y, ¿eso no es lo que necesita este mundo cada vez más conectado, tecnológico y global?
Ahora bien, estar en el mundo masculino fortalece el ego y genera un camino del cual es difícil salirse debido a estereotipos desde el mundo Masculino de cómo se desempeña y vive el liderazgo una mujer en su mundo. También es un lugar exigente porque demanda perfección y fortaleza, y no admite la vulnerabilidad, los sentimientos, ni la expresión plena de la mujer. Aún cuando en este modelo las mujeres somos consideradas exitosas y líderes, la mayoría de las mentoras y modelos de mujer líder se centran en su fortaleza y adhesión al sistema arquetípicamente masculino. De ser asertivas, de tener bien puestos los “pantalones”, de poder analizar números y cifras, de ser competitivas.
¿Cómo es ese modelo de liderazgo verdadero desde le femenino? No existe, está en gestación. Aún muchas de las herramientas de mentorías de liderazgo que existen han sido desarrolladas por hombres, para hombres. Y muchas veces están centradas en temas de asertividad, cumplimiento de objetivos, indicadores. Mmmm… me parece que, aunque sanos y necesarios, en estos tiempos de transformación y resiliencia es el momento de ampliar la mirada para incluir herramientas y procesos que salen desde la perspectiva femenina, para aportar al entorno, a un propósito, a las comunidades, a las empresas y gobiernos.
Cuando empezamos a integrar y valorar nuestras habilidades femeninas, balanceamos el hacer con el Ser, y permitimos fluir y expresarnos desde una esencia integrada, podemos aportar mucha más fuerza a cualquier entorno. Debemos integrar y complementar el modelo actual con lo femenino, para que juntos creemos modelos, liderazgos y emprendimientos más armoniosos para el ambiente y las personas. La invitación no es a reemplazar un modelo con el otro. Es a una conversación y a una danza entre ambas polaridades y fortalezas.
Pero primero, hay que consolidar y estudiar lo femenino, y darle un lugar porque lleva silenciado más de 2000 años. Entonces démosle voz. Y luego, armonicemos las narrativas, historias, y perspectivas femeninas con el modelo actual. Y aportemos entre todos al a transformación del paradigma.
Te invito a revisar tus historias, fortalecer tu esencia femenina y propósito, y a transformar y romper tus paradigmas y creencias limitantes, con mi libro Hablando con Dragones. Puedes obtenerlo acá y dar el primer paso para equilibrar tus energías femeninas y masculinas, y validar tu liderazgo auténtico, de impacto y con propósito.
Musa, te envío un abrazo de Amor y Transformación
Alejandra Torres.