Echando raíces profundas, sano mi sistema
Nuestro ecosistema está enfermo. Nuestros sistemas actuales están enfermos. Si nos queremos liberar de estas dinámicas, debemos entrar a un nivel más profundo de conexión con nosotras mismas, y echar raíces. ¿Qué quiere decir echar raíces? Quiere decir, que debemos mirar profundo, en nuestra alma y corazón. Debemos descifrar los secretos en nuestros ancestros y linajes. Debemos recoger los huesos de las memorias y acontecimientos en nuestro sistema familiar. Y así poder ir sanando nuestras narrativas e historias familiares. Aun si nos da miedo; más aún cuando nos da miedo mirar. En estos momentos donde todo se reacomoda y lo insostenible se cae como una gran Torre de Babel, sabemos que este es el momento apocalíptico que muchos hemos visto en tantas películas de ciencia ficción que son parte de nuestra cultura cotidiana. Hemos temido (y a la vez secretamente anhelado) este momento. El momento del “fin del mundo”, donde somos devorados en cámara lenta por un temible monstruo de garras afiladas. Nos estamos yendo por el abismo. Literal y también metafóricamente. ¿Qué podemos hacer en estos momentos? Imagina que vienes en un carro rojo, y eres el pasajero. Viene manejando alguien más. Y el carro está tomando un camino sinuoso y expuesto. Y de repente, estás al borde de un precipicio alto y escarpado. Y de repente, este carro se comienza a ir por el abismo. ¿Qué puedes hacer? Literal, estamos yéndonos todos por ese abismo. ¿Que nos vamos a morir, preguntas? Si, nos vamos a morir. Todo lo que somos y hemos sido, las formas de definirnos, proyectarnos y nuestras viejas costumbres, quedarán vueltas añicos. Estamos siendo obligados de repente a soltar todo lo que sabemos ya no esta al servicio de la Vida más esencial y auténtica. Estamos soltando formas viejas y anquilosadas de vernos. Y viejas formas de crear y repartir ganancias, ingresos, y cosas. Es ahora que más debemos profundizar y preguntarnos, ¿quién soy, realmente? ¿Y qué es mío? Son estas las preguntas que ahora me hago más que nunca, mientras lavo platos y cocino y atiendo tareas domésticas de las cuales durante años, como de manera ficticia, me había liberado. Tengo una historia personal que contarles. Y es una que continuamente me llama a echar raíces, a navegar profundo. Porque es en mi propio linaje, y toma la forma de una rara, poco común enfermedad neurodegenerativa llamada Huntington. Somos la cuarta generación en replicar la enfermedad, y actualmente una de mis hermanas expresa sus síntomas. Cuando cumplí 18 años, mi mamá me contó que existía esta enfermedad. Y que al ser un gen dominante, yo tenía el 50% de probabilidad de manifestarla. Siempre me fue expuesta como algo secreto, como una historia turbia, lo cual aumenta su amenaza y gravedad. Somos cuatro hermanos, y hemos vivido con esta sombra durante años. Y con el miedo de tomar la enfermedad, de replicarla. Y es así como hace 15 años empecé a buscar procesos de sanación. Esta búsqueda me llevó a las constelaciones familiares, y luego de ir a talleres y hacer procesos terapéuticos conectados con este tema, cursé un programa que dura dos años, donde el primer año te miras a ti mismo, y luego el segundo año (del cual cursé la mitad) te preparas para constelar a otros. De todo lo que aprendí, lo más profundo que se me quedó fue tener una mirada más sistémica y holística. El entender que estamos conectados, que no somos individuos por más que la cultura occidental dominante nos lo refuerce y haga creer. Con esta pandemia que refuerza todos los patrones existentes y agudiza las situaciones, es cuando más entendemos que somos Uno, que todos estamos conectados, seres humanos entre seres humanos, seres humanos y territorios, plantas, y miles de especies que comparten este Hogar con nosotros. Y lo que hacemos “allá afuera”, sea lo que sea como definamos ese Afuera…el otro barrio, el otro país, la otra especie, el otro ecosistema…inevitablemente se conecta y regresa, porque no se puede excluir nada. Y ese es el otro principio fundamental de las constelaciones. Donde entiendes que como somos sistema y no individuos, nada se puede excluir. Y una de las principales heridas en las familias es la exclusión. La exclusión al que es Diferente. Por eso hay tantos secretos en los sistemas familiares. Y tantos excluidos. Y así, excluyendo y haciendo violencia psicológica entre familiares, se generan las enfermedades más fuertes inter-generacionales. ¿Han visto la película Inception (El Origen)? Recomendadísima. En esta película, un señor “planta” ideas en los subconscientes de las personas. Y para hacerlo, tiene que entrar en niveles profundos de las personas, donde logra penetrar en sus subconscientes en estados de sueño y puede ver el ecosistema interno de cada persona. Ahí “siembra” ideas. Y hace que una persona sienta que la idea fue propia, y se apropie de esta idea. Y cambie su vida como resultado de esa idea que fue sembrada por otro. ( Si no las has visto y tienes cuenta en Netflix, te dejo el link). Somos Maestros de plantar ideas en los demás. A veces lo hacemos inocentemente. A veces lo hacemos desde nuestros miedos y pantanos fangosos internos. A veces lo hacemos con intención de dañar. Pero una palabra dicha en el momento adecuado puede revivir, o de lo contrario hacerle mucho daño, a otra persona. Porque las ideas se convierten en realidades y las palabras tienen un poder enorme para modificar la realidad. Y es ahora, cuando estoy en mi silencio que puedo depurar y separar las ideas realmente mías, de las ideas plantadas por los demás. Y es ahora, cuando entro en mi propio interior, y aprovecho la única oportunidad que se presenta en este momento colectivo de Silencio y Quietud, que me siento a mirar a mi miedo más profundo. El miedo de enfermarme de Huntington, de que mi mente se autodestruya. Es como entrar a un pantano de noche, lleno de neblina y árboles que parecen amenazantes, con una simple linterna. Da miedo. A
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