sanas y libres

Constelaciones sistémicas: Sanando con mis ancestros

Constelaciones sistémicas: Un ejercicio verdaderamente revelador y profundo. ¿Cómo describir la sensación de AHAAAA cuando algo se revela y el alma comprende la dinámica subyacente?,  ¿Cómo aprender a mirar ampliamente, a escuchar realmente al otro, desde un lugar tranquilo y vacío de las propias pre concepciones?, ¿Cómo ponerse al servicio del otro?, ¿Cómo captar desde el subconsciente que todo es sistémico, que todo esta relacionado, y que uno no es solo uno, sino producto y legado de miles de amores? Y miles de creencias, historias, y posibilidades pero también de exclusiones, violencias y culpas.   ¿Y cómo hace uno para tomar y honrar desde el alma eso que uno ha recibido? ¿Cuántas veces nos paramos desde otro lugar y nos ponemos por encima de nuestros propios padres, por encima de ellos quienes nos dieron la vida, y les reclamamos algo que fueron, algo que nos dieron o dijeron? o a veces los queremos demasiado…Tanto, que adoptamos sus culpas, sus anhelos, sus frustraciones y las cargamos todas como si fueran nuestras. .   Y qué dicen de las enfermedades, síntomas de una exclusión o síntomas de un secreto o de una lealtad invisible hacia el sistema. De las constelaciones aprendí muchos temas de salud míos. Un tema que me ha generado una reflexión profunda es entender a los síntomas como una manifestación de seguir a alguien más en el sistema.   Hemos entendido, como nos dice la maestra Ingala Robl, que las enfermedades se pueden clasificar en: 1. Enfermedades sistémicas. 2. Enfermedades terminales. 3. Enfermedades que señalan la necesidad de descansar.     Son estas primeras enfermedades, las sistémicas, las cuales me generan gran preocupación y energía. Entenderlas y ordenarlas en los demás y en mi propio sistema, es algo que vengo haciendo de manera consciente e inconsciente. Muchas veces en las enfermedades sistémicas, he logrado primero entender y luego captar desde el alma, que la persona con la enfermedad está siguiendo a un clan o a un grupo de familiares. En una constelación que hicimos en uno de los muchos cursos que tomé, una mujer con artritis reumatoidea consteló a las mujeres de su familia y encontró una identificación con ellas a través de sus síntomas. Es como si fuera la única manera de pertenecer al vínculo y sentirse merecedora del amor de ellas. En esta constelación entendimos que para sanar estas dinámicas, hay que verlas primero, y luego entender que hay otras formas de amar y de ser parte del sistema familiar. Honrar a los antepasados, darse la vuelta y cortar con las identificaciones excesivas con los antepasados, y hacerlo diferente. Otras veces el síntoma representa al excluido en un sistema. Y la enfermedad es una manera de incluir a esta persona. Si hay alguien que murió, o que tenga un jalón hacia la muerte y no pueda estar presente en su sistema, algo que lo aleje del sistema, alguien posterior en la familia genera y recrea síntomas, diciendo, “yo me voy antes que tú” o “yo lo hago por ti”. En este caso también se puede sanar al mirar la dinámica y aceptar esta situación, para reducir el nivel de identificación subconsciente y reducir la intensidad de la manifestación. Es interesante leer en los casos presentados por Bert Hellinger, que a veces una persona puede captar y manifestar síntomas de alguna pareja previa o posterior de alguno de los padres, o de alguien de otra familia que por alguna razón queda implicada o conectada con este sistema. Aquí también es necesario ver a la persona, entender y volver consciente esta dinámica, honrar y dejarla con la persona. Una frase en este caso curativa puede ser: “lo dejo contigo”.  Este tema resuena mucho en mí porque he tenido varias enfermedades en mi sistema, y yo he adoptado algunas de ellas. Después de muchos años de todo tipo de terapias y procesos, siento que lo único que me ha liberado del todo es entender este enfoque sistémico, y comprender las implicaciones de ver las dinámicas ocultas, honrando para liberarme, y entendiendo que ahora puedo trazar mi propio camino, o transformarlo a mi manera, no como niña, sino como adulta.   Un ejemplo de esto fue mi propia identificación con la artritis reumatoidea, la cual la sufrió mi abuela y ahora mi mamá. Yo tuve artritis entre los 23 y los 30 años, y la viví similar a la señora de la constelación que mencioné anteriormente … como una sobreviviente, como si fuera mi destino que cargar.  A partir de los 30 años, me curé de la enfermedad, lo cual no lo pueden entender los médicos porque dicen que es una enfermedad crónica. Hoy veo y entiendo el cómo se pudo haber presentado, y veo esas lealtades invisibles que hicieron que yo asumiera estos síntomas a tan temprana edad, siguiendo a mi abuela quien fue como mi mamá cuando fui niña. Siguiéndola por amor.   Otro ejemplo es una enfermedad neurodegenerativa llamada Huntington. Es una enfermedad en la rama paterna de mi familia que empezó hace 4 generaciones, y donde mi padre y mi tía están enfermos. Con este enfoque, mirando al sistema, yo he logrado acercarme a mi padre, honrar su destino, y decirle “yo aún me quedo”. Y también, entender que este es su destino. Y honrarlo. Pero es un trabajo que debe continuar, y creo que al poder hacerlo en mí,  podré hacerlo con otros; entendiendo sus manifestaciones y síntomas y acompañándolos a mirar y a sanar. Pero algo que también debo trabajar es saber el buen lugar del que ayuda. Como también dicen las lecturas, el que ayuda a veces lo quiere hacer demasiado, sin entender y soltar el destino del otro. A veces su preocupación debilita al otro. A veces su manera de interpretar o ver las cosas interfieren con el proceso de la persona a la cual se está ayudando. La magia ocurre cuando el que ayuda lo hace desde un lugar vacío y tranquilo, imperturbable, pero conectado con todos sus recursos, su fuerza y discernimiento. Y justamente lo que no se mira es lo que adquiere más fuerza. Lo que resistes persiste.

Constelaciones sistémicas: Sanando con mis ancestros Leer más »

Sintiendo y sanando a través de tu cuerpo

El doctor me mira, y me dice: “no hay cura, es una enfermedad crónica degenerativa. Podrías incluso estar en una silla de ruedas en 6 meses.” Yo lo miro a él, desconcertada, y a mi cuerpo de 23 años. Miro alrededor a la estéril y blanca sala, con un leve olor a alcohol y a desinfectante. Me han diagnosticado artritis reumatoidea.   Veinte años después, otro doctor me mira, y me dice: “Lo más probable es que sea maligno. Muy seguramente vas a necesitar quimioterapia. Prepárate.” Nuevamente, yo lo miro, desconcertada, y a mi cuerpo de 43 años. Estoy recién operada por laparoscopia, luego de una biopsia, con un dolor agudo comenzando a despertar en mi vientre. Me han diagnosticado con cáncer. Tiempo después, en otra sala fría de urgencias, me diagnosticaron una hernia discal.   Y así caen esos diagnósticos. Aplastantes. Irreversibles. O será que son tan irreversibles como nos lo hacen creer ¿No habrá otra manera de verlos? Después de décadas de vivir en carne propia procesos de enfermedades, sanación y curación, puedo decir esto: soy un milagro médico andante.   He desafiado todos los pronósticos. He logrado curarme de lo incurable, entrar en remisión de condiciones y enfermedades que al parecer no tenían cura.    ¿Y cómo? He probado de todo: medicina tradicional, las limpiezas de dieta, terapia neural, yoga, vegetarianismo, y hasta té de jengibre. Y, francamente, le creo más al té de jengibre y al romero fresco de mi jardín, que a las “drogas maravilla” compradas en farmacia.   He visto que la enfermedad y la curación es mucho más compleja que tomarte algo o hacer una dieta. Creo que los dolores y las enfermedades en nuestro cuerpo son acumulaciones de emociones no expresadas.   Solo integrando, procesando y sanando nuestras emociones, podemos sanar nuestro cuerpo. ¿Así de sencillo? Si.   Háblame de cualquier enfermedad, y te contaré su relación con nuestras emociones y dinámicas de tu sistema de origen.[1]     También se trata de volverte dueña de tu narrativa y transformarte, reescribir tu historia. Cuando me empoderé, y comencé a sanar, logré escalar en roca, viajar por Suramérica acampando durante 9 meses, practicar montañismo, y caminar kilómetros en senderos por todo el mundo.   Tuve dos hijos hermosos, y desde hace 15 años mi enfermedad “incurable” entró en remisión. Logré sanar un tumor, percatar que era benigno, y sanarme desde adentro hacia afuera.   La enfermedad debe verse  como una oportunidad de reescribir, ajustar y transformarme aún más, y liberar cargas y lastres para ser aún más liviana, en constante sanación y transformación.     ¿“Milagros” médicos? Más que eso, mi sanación ha sido resultado de:   Ser un poco rebelde. No demasiado como para echar todo por la borda, pero lo suficiente para no dejarme asustar ni sugestionar por los médicos, ni por la literatura apabullante que ahora encuentras en Google, cada vez que te dan un diagnóstico.   Trabajé mi estado de conciencia meditando, resignificando, desde mi intuición de que mis emociones estaban íntimamente entrelazadas con mi salud. Y decidí en mi mente, reescribir y transformar mis historias de enfermedad en historias de transformación, sanación, conocimiento interior y amor propio.   Integra, entiende, acepta y sana tus emociones. A los 23 años me di cuenta de que tenia mucha rabia represada, así que hice yoga, meditación, y terapias de todo tipo para trabajar estas emociones. Verme imperfecta y entender que esta rabia y dolor que sentía, eran parte de mí, aceptarme y quererme tal cual era; y, como una cebolla, fui rebanando una por otra capa de emociones. Y liberar tiempo y espacio para tu primera prioridad: tú y tu salud. Si no te cuidas tú, ¿Quién lo hace? ¿Y a quién puedes cuidar si no estas sana?   Atrévete a sentir tus síntomas. ¡Tu cuerpo es tan sabio! Mucho más que cualquier médico. Como el mejor de los termómetros, siempre te esta diciendo cuáles son tus condiciones de clima internos. Muchas veces lo dormimos con analgésicos para no sentir los síntomas, los cuales son muy, pero muy incómodos.   Cada dolor nos cuenta una historia, y si hacemos el esfuerzo de escucharla y entenderla, el cuerpo ya no necesitará producir los síntomas. La condición natural de un cuerpo es la salud, no la enfermedad.   Saca tiempo todos los días para conectar con tu cuerpo. Todo dolor, espasmo, hinchazón, te están diciendo algo. Toca tu cuerpo, masajea tu cuerpo, ejercita tu cuerpo pero sin violentarlo con regímenes extremos ni rígidos. Tu cuerpo ante nada necesita amor, del que solo tú le puedes dar.     Todas estamos en continua evolución, sanación, transformación y renacimiento. ¿Sabías que cada dos años cambian todas la células de tu cuerpo? ¿Con qué emociones, pensamientos y acciones te estás alimentando? Es hora de tratar y valorar tu cuerpo como un templo sagrado.   Deseo contribuir a la sanación de mujeres, compartiendo, dejándonos ver, surgiendo y emprendiendo juntas. Por eso, escribí mi libro Hablando con Dragones, donde te comparto mi historia personal y mi camino de transformación, liderazgo y emprendimiento con propósito, para inspirarte a recorrer el tuyo. Puedes obtenerlo acá en formato PDF por tan solo US$ 4.99, y adquirir acceso gratuito a mi MasterClass Manifiesta tus Sueños, y a mi Comunidad Exclusiva de mujeres líderes y emprendedoras. Te deseo un cuerpo en constante transformación, renacimiento y sanación. Alejandra Torres.    1. Si te interesa saber más sobre este enfoque, te recomiendo la literatura de constelaciones sistémicas, desarrollada por Bert Hellinger; y el libro Constelar la enfermedad desde las comprensiones de Hellinger y Hamer, por Brigitte Champetier de Ribes.

Sintiendo y sanando a través de tu cuerpo Leer más »

Scroll al inicio